Año 9, núm. 17. julio-diciembre 2011. ISSN 1870-1477
Beatriz Alvarado
Killari Foundation
Resumen: La Investigación Acción
(IA) es una metodología nos permite analizar y evaluar el trabajo
realizado en nuestra práctica profesional con el fin de mejorarlo y a
su vez entender adecuadamente los contextos y agentes
participantes. Este artículo explora los elementos básicos del
proceso de la IA con miras a su aplicación en el ámbito educativo. Se
describen las etapas de observación, reflexión y acción en la IA
enfatizando en la participación activa de los involucrados en el
estudio. Asimismo, se sugieren pasos concretos para el proceso de
interpretación, análisis y evaluación dentro de la IA.
Palabras clave: Investigación acción, observación-participación, entrevistas, trabajo colaborativo, institución educativa.
Recibido en febrero de 2011; aceptado para su publicación en octubre de de 2011.
Ernestina Flores es maestra de Ciencias Sociales en una zona rural de los Andes. Al igual que muchos de docentes de la región, tiene que lidiar con múltiples limitaciones que van desde necesidades básicas en su entorno escolar hasta un currículo poco aplicable a la realidad de sus estudiantes. En una entrevista, mencionaba su preocupación acerca del poco interés de sus estudiantes en culminar los estudios secundarios. Además de cuestionar los materiales educativos, la experiencia de sus estudiantes con otros docentes y el ambiente poco amigable de la escuela, Ernestina se preguntaba sobre cómo mejorar su propia práctica docente para motivar a sus estudiantes e incluir todas las voces en su aula. Al igual que muchos docentes, Ernestina ve a la investigación como un proceso largo, tedioso y lejano frente al cual carece de las herramientas y preparación para llevarlo a cabo, según su visión.
Con el fin de lograr cambios es su contexto educativo, docentes como Ernestina pueden poner en práctica la IA individual, colaborativa o participativa-global dentro de su institución educativa (Calhoun, 2002). Para los propósitos prácticos de este artículo, hago referencia particularmente a la IA individual, en vista de la urgente necesidad de maestros y maestras de generar cambios tangibles y ágiles dentro de su entorno socio-educativo. Esta investigación, en particular, se centra en la búsqueda de cambios concretos en el aula donde la maestra identifica el problema ya sea en el manejo de la clase, estrategias o materiales de instrucción o conductas de los y las estudiantes. A través de un proceso reflexivo intenta buscar las vías de solución al problema. Tanto padres y madres como estudiantes pueden participar de la misma como fuentes de información. El apoyo externo en esta investigación generalmente proviene de recursos y agentes que rodean al docente tales como información adquirida en capacitaciones y/o entrenamientos, coordinadores, directores y docentes/investigadores universitarios. La aplicación de métodos cualitativos a través de la observación-participación y entrevistas así como el uso de cuestionarios y estadísticas dependerán del problema bajo estudio. Antes de adentrarnos en la exploración de la IA, analicemos sus propósitos.
La IA cuenta sus inicios entre los años 1940 y 1950 (Grossman, 2005) y le debe sus aplicaciones iniciales a Kurt Lewin y su ciclo de resolución de problemas para optimizar el funcionamiento de las organizaciones. En el caso particular de los agentes del sistema educativo, se empieza a desarrollar una investigación sistemática practicada por docentes, administradores, directores y autoridades con el propósito de analizar y reflexionar acerca del funcionamiento de las escuelas, de sus procesos de enseñanza y del aprendizaje de los y las estudiantes (Mills, 2003; Hendricks, 2006). El proceso comienza con la recolección acuciosa de datos, la búsqueda de posibles soluciones frente a problemas diarios, la toma de acciones y el monitoreo de las que tuvieron éxito. Este ciclo puede repetirse focalizándose en el mismo problema o a medida que vayan apareciendo.
Se intenta que la IA fortalezca la comunidad de aprendizaje ayudando a los y las docentes a reflexionar y mejorar sus prácticas educativas (Christenson et al., 2002). Las iniciativas de mejoras y cambios provenientes de maestros/maestras, escuelas y comunidades tienen eco con esta metodología de investigación. Sin embargo, la puesta en práctica de la IA merece un análisis minucioso de los objetivos y resultados que esperamos alcanzar. Para tal fin, se propone (a) identificar el propósito y el proceso de la investigación, (b) buscar el apoyo de diversas fuentes como universidades, oficinas de educación, organizaciones comprometidas con la educación, (c) considerar la audiencia final de la investigación, y (d) reflexionar sobre el impacto del estudio en las vidas de los agentes educativos. A continuación se analizan las etapas de la IA integrando al docente-investigador como facilitador clave de los cambios.
El objetivo principal de la etapa de Observación en el proceso de la IA es recolectar la información que permitirá a la investigadora entender mejor el contexto de los y las participantes así como definir el problema por analizar. Es importante entender las experiencias de los y las participantes con el fin de encontrar una solución viable a la situación que los afecta. Los datos básicos de la IA provienen de las entrevistas con participantes clave del estudio. A medida que el foco de la investigación va tomando forma, otros datos se hacen igualmente relevantes para clarificar y extender nuestro entendimiento de la población en estudio: grupos focales, observación-participación, cuestionarios, reportes, encuestas y revisión de literatura sobre el tema.
Las entrevistas representan una valiosa oportunidad para que los participantes describan la situación que les preocupa en sus propios términos y sobre la base de sus realidades. El proceso de la entrevista requiere que el investigador identifique su rol y los objetivos de la misma, solicite permisos para conversar con los participantes y registre la información obtenida, además de programar la extensión y lugar donde se realizará. La forma más indicada para llevar a cabo la entrevista es a través de una conversación informal en lugar de un proceso mecánico de preguntas y respuesta (Maxwell, 1996). Un aspecto importante en el contexto de la entrevista es evitar la discusión o debate con los y las participantes con el fin de permitirles expresar libremente sus propias experiencias y perspectivas, o en términos de Malonowski (1961) “capturar sus puntos de vista y comprender sus visiones del mundo”.
Tengamos presente que las entrevistas pueden convertirse en experiencias incómodas para las y los participantes, quienes pueden reaccionar de forma negativa frente a temas sensibles. Para evitar tales situaciones se recomienda iniciar el proceso como lo sugiere Spradley (1979) con preguntas abiertas, las mismas que facilitan a los y las participantes a describir una determinada situación en sus propios términos. Este tipo de preguntas varían desde solicitar la descripción de un día en el aula hasta narrar un evento determinado, por ejemplo. Se sugiere que los detalles de las entrevistas se registren cuidadosamente utilizando las Notas de Campo. Este valioso procedimiento requiere registrar de manera detallada lo que se dice desde la perspectiva y conceptos del participante.
Es acertado solicitar el permiso del y la participante para tomar estas notas, las mismas que pueden ser descriptivas o analíticas. Cuando se observan y describen las interacciones de la gente, es importante la búsqueda de patrones, de palabras frecuentemente usadas, de espacios de reunión, etc. Al respecto, las notas de campo, según Glesne (1999), son útiles para reflexionar y reestructurar, si es necesario, el problema del estudio.
Además de las notas de campo y las entrevistas en la IA, los grupos focales merecen una mención especial como otro medio para la adquisición de información. Al respecto, la investigadora debe cuidar que las y los participantes tengan la oportunidad de describir sus experiencias y presentar sus puntos de vista sobre los temas en discusión. El facilitador del grupo focal debe asegurar que la discusión se centre en el tema, mantener los tiempos asignados de participación y ayudar al grupo a resumir las perspectivas emanadas de la discusión. Un aspecto importante a partir de los grupos focales es la planificación, la misma que se inicia con un plan de acción dirigido al problema de mayor prioridad. Asimismo, debe asignarse las tareas, los periodos, la gente y los recursos acompañados de un proceso de monitoreo que revise frecuentemente este plan.
Con la finalidad de generar un entendimiento global de nuestro tema de estudio, la investigadora no debe prescindir de la Observación-Participación (OP), la misma que en la IA tiende a ser más etnográfica, permitiendo que el investigador tenga una representación integral de la vida de los y las participantes así como de sus actividades cotidianas (Hymes, 1982). En el ambiente educativo, la OP permite a los y las docentes a hacer un seguimiento de los procesos de enseñanza-aprendizaje y como éstos impactan en los educandos. En términos de Spradley (1979), la OP nos da la oportunidad de no sólo estudiar a la gente sino aprender de ellas y ellos. Como observador participante, el investigador debe realizar un análisis constante de sus observaciones con el fin de encontrar significados y evidencia de su propia subjetividad. Al registrar sus observaciones por medio de las notas de campo, la investigadora enriquece su entendimiento del grupo y por ende, su estudio. Asimismo, se congrega información robusta de los elementos cruciales en la vida de los y las participantes.
Es recomendable tomar las notas durante o inmediatamente después de los eventos teniendo en cuenta: la gente - sus cargos, roles, procedencia; los lugares - ambientes comunitarios, hogares, ubicaciones, eventos, tipos de construcción; objetos - equipos, materiales, muebles, construcciones; conductas - interacciones entre los individuos; e incluso ciertos aspectos emocionales en la vida de las y los participantes. Asimismo, las cámaras de video/foto y grabadoras digitales durante las notas de campo ofrecen una gran ayuda para registrar de los eventos y actividades (Bottorff, 1994); sin embargo, el uso de estas herramientas no debe alterar nuestro rol como observadores participantes en los contextos de estudio.
El proceso de análisis de datos implica organizar lo que se ha observado, escuchado y leído en el trabajo de campo. A través del trabajo con los datos, la investigadora tiene la oportunidad de describir, interpretar, desarrollar teorías y presentar hipótesis. De acuerdo con Wolcott (1994), el punto clave en el proceso de análisis es categorizar, sintetizar, buscar patrones e interpretar los datos recolectados. Al respecto, Stringer (2007) señala dos procesos para el análisis de los datos recolectados en el campo: (1) categorización y codificación, el mismo que identifica los significados (experiencias y perspectivas) en los datos y organiza en categorías que resumen las experiencias de los participantes; (2) experiencias claves, las que son fraccionadas para identificar los elementos que las componen.
El proceso de categorización y codificación incluye la revisión de los datos recolectados, unificación de datos, identificación de temas, organización de categorías y desarrollo del informe. La codificación es un proceso constante de organizar y definir los diversos datos recolectados (observaciones, entrevistas, memos, documentos, literatura sobre el tema, etc.) pertinentes a nuestro propósito de investigación. Para iniciar este proceso se sugiere revisar los datos, por ejemplo, nuestras notas de observación, procediendo a identificar lo más importante y asignándole un nombre. Una vez codificados los datos, es importante organizarlos de manera lógica en segmentos mayores (Coffey & Atkinson, 1996) con el fin de proceder a la redacción del documento. El proceso de categorización y codificación no se da de forma mecánica; por el contrario, es la mejor oportunidad que tiene la investigadora para reflexionar sobre sus datos, aprender de las experiencias, hacer conexiones entre los temas, y delinear el escrito final.
En un determinado momento de la IA, el investigador debe congregar a los y las participantes del estudio para identificar y analizar los problemas más resaltantes. La investigadora debe crear un ambiente que favorezca el debate y explore la naturaleza del problema y su impacto en el cotidiano de sus vidas. También se debe facilitar el debate que dirija a los y las participantes a pensar en el origen de la situación, en las personas afectadas y desde cuándo los afecta esta situación. El investigador igualmente deberá registrar todas estas repuestas y desplegarlas visualmente para ayudar a los y las participantes a generar un entendimiento general de la situación.
El aspecto institucional es otro elemento clave en el proceso de la IA. Teniendo en cuenta determinadas circunstancias, el investigador deberá motivar a sus participantes a revisar los objetivos, la estructura, las responsabilidades, la misión y visión, y los problemas más relevantes de la institución. A medida que los participantes tengan una visión general del ambiente donde se desarrollan, ampliarán su entendimiento del mismo y trabajarán en busca de mejoras. El investigador deberá registrar detalladamente los resultados de esta revisión para ser utilizados más tarde en la investigación.
La oportunidad que tienen los y las participantes de la IA de intervenir en los procesos de reflexión y exploración de sus entornos laborales o académicos facilita que sus perspectivas se integren en el estudio para la aplicación de soluciones concretas y reales. Con el fin de redactar un informe que incluya todas las voces, los investigadores tienden a la realización de sesiones con los participantes del estudio afectados por el problema. La función del investigador en estas sesiones es monitorear el tiempo asignado a cada participante y clarificar las ideas. Es recomienda nuevamente el uso de ayudas visuales como gráficas para desplegar los temas centrales (creando categorías de análisis) para organizar óptimamente el debate y bosquejar la redacción del documento de trabajo.
Estas sesiones son el escenario adecuado para la creación de grupos de trabajo, a quienes se asignarán tareas como la formulación del documento. Este grupo tendrá acceso a los materiales y esquemas desarrollados en sesiones previas; por su parte, la investigadora asignará el tiempo necesario a todas y todos los miembros para el revisar el documento y ofrecer su retroalimentación. El documento final será distribuido a los y las participantes y otros miembros de la institución. De acuerdo con los recursos, el contexto socio-cultural y la naturaleza de los y las participantes, la investigadora verá prudente el uso de la tecnología u otros medios para comunicar adecuadamente los resultados del proceso de investigación, teniendo en cuenta que la IA no es sólo una forma de resolver determinados problemas institucionales sino un recurso valioso para crear el sentido de comunidad de agentes.
Luego de la identificación del problema y los elementos principales para el desarrollo de la IA, los siguientes pasos consisten en la formulación de acciones que lleven a resolver determinadas situaciones institucionales. Se presentan cuestionamientos como qué hacer, qué resultados esperar, qué pasos seguir, entre otros. Los y las participantes trabajan conjuntamente para identificar lo que harán para obtener resultados positivos así como las tareas que emprenderán para el logro de los mismos. En esta etapa, Stringer (2007) sugiere que los participantes sigan las siguientes fases: planificación, donde se establecen las prioridades y las tareas; implementación, que constituyen las acciones que ayudan a los y las participantes a cumplir las tareas; y revisión, en la cual se evalúan sus progresos.
La fase de planificación comienza con la identificación del problema o problemas centrales de la investigación; la organización de los mismos en orden de prioridad; y la elección del problema cuya solución es la más inmediata. El afianzamiento de grupos de trabajo conformados por los y las participantes del estudio debe incluir además docentes, autoridades educativas y padres de familia si la investigación es realizada en el contexto educativo. Al igual que en el proceso de análisis e interpretación, en el plan de acción de la IA debe registrarse gráficos o diagramas que permitan dejar en claro los objetivos y las responsabilidades por realizar, así como el progreso de las y los participantes a lo largo del proyecto.
Asimismo, en esta fase se deben describir los resultados esperados. Por ejemplo, la maestra de Ciencias Sociales, Ernestina, como investigadora principal junto con su equipo de trabajo debería delinear las acciones concretas para motivar la permanencia de sus estudiantes en la escuela secundaria: Talleres de motivación y Desarrollo Humano. Para el 4 de febrero de 2011, el equipo de trabajo deberá haber: (1) conseguido el consentimiento de los padres y autoridades educativas para el inicio de la serie de talleres; (2) completado el arreglo del ambiente de la biblioteca escolar para el desarrollo de los talleres; (3) desarrollado los materiales escritos y visuales para ser usados en los talleres.
Como facilitadora del proyecto, la investigadora ayuda a los y las participantes a evaluar sus prácticas y tareas asignadas para lograr que las acciones emanadas del estudio sean capaces de impactar positivamente en la vida de los beneficiarios de la investigación, teniendo en cuenta la autonomía, independencia, afirmación de identidades, equidad de género, poder de decisión, control sobre los recursos, entre otros aspectos.
Seguidamente de la fase de planificación, la investigadora ingresa al plano de la implementación en la IA. Esta fase requiere del apoyo constante a los y las participantes para continuar con el desarrollo de las actividades y tareas de la investigación. Este apoyo debe brindarse bajo la forma de comunicaciones telefónicas, visitas, organización de reuniones, creación de elementos de contactos entre los y las participantes con el fin de compartir logros y buscar ayuda mutua frente a obstáculos. Es importante que ante la presencia de alguna dificultad en el desarrollo de actividades, el investigador asista directamente a los y las participantes realizando pequeñas tareas o buscando información necesaria; sin embargo, se recomienda no asumir la responsabilidad completa sino sólo cumplir el rol facilitador.
Otro de los roles clave de la investigadora como facilitadora en el desarrollo de acciones por parte de las y los participantes es crear una red de apoyo comunitario. De esta forma, se puede sumar más participantes y cooperantes al proyecto extendiendo los alcances del estudio. A medida que los investigadores ayudan a los y las participantes a crear redes de apoyo, también se constituyen como intermediarios permanentes en la construcción de estas redes.
La IA requiere de la congregación constante de sus participantes y facilitadores; por tanto, éstos deberán reunirse de manera regular con el fin de revisar sus progresos. En las reuniones todas y todos deberán tener la oportunidad de revisar el plan de acciones, informar sobre los progresos y hacer cambios en las tareas o en los enfoques. Este ejercicio es importante en cuanto representa un apoyo extra para reflexionar en la necesidad de estructurar actividades o cambiar tareas. Esta dinámica en la IA enseña a los involucrados a reconstruir sus visiones frente a problemas históricamente no resueltos, a interactuar y a negociar el desarrollo de soluciones en un ambiente de dialogo permanente.
No obstante, además del trabajo en conjunto que involucra la IA, se hace necesario el desarrollo de una evaluación del proyecto. Usualmente las personas que contribuyen económica y/o políticamente a la realización de los proyectos exigen la entrega de informes acerca del progreso de los mismos y los resultados esperados. Al momento de la evaluación deben presentarse los resultados satisfactorios además de las actividades que se encuentran en proceso. Al respecto, Lincoln and Guba (1985) señalan que la presencia de diversos donantes en un proyecto puede llevar a desacuerdos en la hoja de ruta; el rol de la investigadora en estos casos negociar los puntos en desacuerdo y reformularlos con el fin de encontrar consenso entre los implicados y avanzar en los procesos.
La amplia literatura existente sobre la IA es un elemento valioso para los y las docentes interesados en el tema; sin embargo, es imprescindible la implementación y desarrollo profesional a nivel de escuelas que ofrezcan a los y las docentes oportunidades de construir conocimientos a partir de este tipo de investigación. Asimismo, el desarrollo profesional apoyado de un seguimiento continuo es un método productivo para aprender de los procesos, participar de acciones colaborativas en el tema de aprendizaje, estudiar diversas metodologías, analizar el trabajo de los y las estudiantes así como atacar problemas específicos. El director de la institución es el primer llamado a organizar y participar de los talleres o seminarios sobre la IA, así como demostrar su continuo apoyo y disponibilidad para el desarrollo de estudios con aplicación de la IA. Cuando el director o directora demuestra una presencia activa y lidera la investigación, se crean actitudes positivas por parte de las y los docentes.
Al respecto, en los últimos años, tanto directores como docentes se han involucrado con mayor interés en lograr mejoras a nivel curricular e institucional por medio de la aplicación de la IA. Si bien no es una práctica constante ni recibe al apoyo esperado, la IA, a través de investigaciones colaborativas, viene sirviendo para detectar prácticas educativas poco efectivas y explorar acciones para mejorarlas y perfeccionarlas. A medida que existan mayores estudios acerca del impacto y alcance de la IA, seremos capaces de hacer evaluaciones más informadas acerca de su influencia en la vida de nuestros y nuestras estudiantes así como de toda la comunidad educativa. Experiencias en múltiple contextos educativos demuestran el potencial de la IA para generar los cambios necesarios en vías a la construcción y mantenimiento de comunidades de aprendizaje donde todos y todas sean escuchados.
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